viernes, 13 de mayo de 2011

¿Creer o no creer? He ahí el dilema.


Desde que recuerdo, dentro de mi espíritu curioso, siempre me he cuestionado todo lo posiblemente cuestionable. Algunas respuestas satisfacían mis expectativas, otras no. Algunas las exploraba más, otras las dejaba de lado. Excepto aquellas respuestas dadas por mis padres. Por más ilógicas que pudieran ser, las tomaba como verdaderas y válidas. Aquellas respuestas quedaban como dogmas incuestionables.

Hasta hace algunos años, donde comencé a reformularme mis creencias. Comencé a ser una persona que creía solo en las pruebas y datos, comencé a dudar absolutamente de todo. Y mis dudas por supuesto, alcanzaron el ámbito religioso. ¿Era realmente posible la existencia de Dios? ¿Es que acaso la mayoría del mundo creía en algo que podría no ser cierto? ¿Qué pruebas se tiene para poder afirmar la existencia de Dios?

Decidí separar las razones que afirman la existencia de las que niegan la existencia. Primero separé las racionales de las empíricas. Entre las empíricas, me di con la sorpresa que no encontré nada. Es más, si mañana bajara Dios de los cielos y me dijera “aquí estoy”, primero pensaría que tengo alguna alteración de la percepción antes de creer en lo que mis sentidos me muestran. Entonces comencé a indagar. Preguntaba a personas sumamente religiosas, “¿usted me puede probar que Dios existe?” La respuesta generalmente era, “Es que simplemente lo sientes, está ahí, es cuestión de fe”.
Sentir. ¿Con qué sentido? ¿Quizás el tacto? ¿Quizás la vista? No. Ninguno de los sentidos que conocemos. Incluso si fuera con alguno de éstos, los sentidos nos pueden jugar malas pasadas.
Entonces, las razones para creer van más allá de la experiencia. Tampoco soy una persona que cree que el único tipo de conocimiento es empírico.

Pasé a lo racional. Acá encontré más puertas con pocos candados y miles de llaves.

Si realmente existe Dios (católicamente hablando), realmente es cruel. No es posible que deje que la humanidad se haga daño tan a menudo. No es posible que haya dejado que todas aquellas masacres en la historia hayan sucedido. ¿Libre albedrío? Pero si este libre albedrío, al ser usado, afecta negativamente a otras personas, ¿no debería ser juzgado y moderado? ¿Por qué hay tanta maldad en el mundo? Un sacerdote alguna vez me dijo algo que no olvidaré. “El hecho que veas gente en las calles con el cabello desaliñado, no quiere decir que no existen peluqueros. Quiere decir que dicha persona no quiere ir a visitar a alguno”. Cierta persona, me recomendó no cuestionar la obra de Dios, que todos serán juzgados después de esta vida. Tampoco le encontré lógica a esto último. Si una persona es tratada mal, lo más probable es que también dicha persona comience a obrar mal y esto genera un círculo vicioso. Imaginemos que A maltrata a B. Entonces, no solo A se condena, si no que posiblemente arrastre a B a la condena eterna, quien a su vez, arrastrará a más personas (según la lógica católica). También fui refutado con una simple pero verdadera frase. “En este mundo, solo sufre el que no quiere ser feliz”. Así de fácil, así de lógico. Que alguien haya sufrido buena parte de su vida no es justificación para no poder superarse o peor aún, hacer sufrir a otras personas. ¿Y qué de aquellas personas que sufren durante TODA su vida por culpa de otras personas? “Encontrarán su regocijo en la vida eterna”. Este argumento no podía ser refutado de la forma que venía refutando los demás, pero contenía una gran brecha.
¿Qué te hace pensar que siquiera existe la vida eterna? Esto es un dogma católico. El cielo, el infierno. ¿Qué pruebas hay? Ninguna. Solo existe la fe. Y descubrí algo interesante.
Esta fe, es NECESARIA para algunas personas. Imaginemos, como dije, a una persona que está condenada a sufrir por casi toda su vida (llámese esclavos en tiempos de antaño, llámese pobres en tiempos modernos) y que trata de salir adelante por todos los medios pero no puede. Necesita esa fe, esa creencia de que algún día tendrá la paz interna, que algún día será verdaderamente feliz, si no en esta vida, en alguna otra. Imaginemos, que tu vida depende de que corras un camino. Si te dicen que hay un final en tal camino, probablemente corras todo el tiempo necesario hasta encontrar el final. Te cansarás, pero siempre seguirás firme buscando el final. Ahora, si te dicen que no existe dicho  final, que solo debes correr… ¿correrías? ¿O simplemente te daría igual, ya que igual dicha carrera no tiene sentido ni final? Ahora añadamos una variable a este caso. Imagina que en verdad, el final no existe, pero te dicen que existe. Mientras vas corriendo, encuentras cosas interesantes, encuentras a más personas, te distraes tanto, que el final ya no importa. Alcanzas la felicidad. De ambas formas, si te convences de que hay un final, conseguirás, eventualmente, ser feliz. Creo que la extrapolación y la metáfora “camino de la vida” queda clara.
También están las personas cuya vida ha tomado un rumbo erróneo, llámese ladrones, asesinos, personas en los penales. ¿Quién no ha escuchado a alguno de ellos diciendo que conoció la palabra de Dios y eso le cambió la vida? Según lo veo yo, esta clase de fe, es buena. Exista o no exista Dios, por el simple hecho de mejorar la vida de una persona, la fe es buena.
Empero, yo no necesito de esa fe, por más tétrico o arrogante que suene (suena de muchas formas). Yo sé encontrar la salida por mí mismo, sé evocar mi fuerza interna para superar problemas, sé que los milagros pueden suceder (dentro de lo posible físicamente), todo es cosa de tener fuerza de voluntad.
Además, a lo largo de la historia, se ha visto que la humanidad ha creado diferentes deidades para explicar lo que no podían explicar. Si inventamos una máquina del tiempo y nos vamos a la antigua grecia, les explicamos que no existen ni Zeus ni Apolo ni ninguno de sus dioses y les mostramos las leyes físicas, probablemente moramos antes de podarlas demostrarlas. Poseen un paradigma religioso, por así llamarlo. De igual manera, ¿cómo sabe el catolicismo que en la Biblia está la verdad y no en el Corán?
Algunas personas creen en los milagros, creen que de alguna forma, Dios influye en sus vidas de tal forma que las hace tomar las correctas decisiones. Puede que no conozcan los efectos placebo ni el poder de la mente. ¿Nunca les ha pasado que, cuando creen con toda fuerza en algo, este algo sucede sea como sea? Da la impresión de que el mundo se ha puesto de acuerdo para que tu “deseo se haga realidad”. Da la impresión de que alguien superior debió intervenir. Puede que Dios no sea más que un efecto placebo masivo. Un punto más para tener en cuenta.

¿Alguna vez se han preguntado, como es que se creó el mundo? No, no me estoy copiando de “El mundo de Sofía”, yo me hice esa pregunta mucho tiempo antes de leer  dicha obra. ¿Nunca se han dejado maravillado por la naturaleza? ¿Nunca se han tirado en el pasto, contemplado el cielo y pensado que el mundo es muy bueno como para ser obra de la casualidad o del azar? Yo sí. Toda la naturaleza, la forma en que el mundo se autorregula, la complejidad de los seres, nuestra propia existencia. Aquel “soplo de vida”. Si ahora mismo pregunto si existe el alma, ¿quién podría responderme? Aún no recibo respuestas concretas sobre su existencia o no existencia. Tenemos cerebro, tenemos bases biológicas, pero, ¿qué es lo que nos separa del resto de seres? ¿Por suerte logramos ser la única especie en evolucionar de esta manera? Tanta coincidencia, se me hace difícil pensar que es suerte. Algo debe haber, ¿no?
Volviendo a la pregunta inicial, ¿Cómo se creó el mundo? Vayamos a la teoría más conocida, el Big Bang. No seré Einstein ni sabré física relativista, pero sé que no existe lo eterno. Lo único eterno (infinito) es lo que se encuentra dentro de la misma mente humana. “Todo lo existe, tiene que haber tenido un principio” (esto sí me lo copio de “El mundo de Sofía” porque son las palabras más atinadas para explicar mi punto). Todo lo que es, en algún momento no fue.  Ahora, acá mismo hay una contradicción y una razón para no creer. “Lo único eterno (infinito) es lo que se encuentra dentro de la misma mente humana” Ejemplo: los números, un punto (en geometría), los límites al infinito, ¿Dios? Pero a la vez, hay una razón para dudar. Los científicos dicen que antes del Big Bang no había nada. ¿Alguno alberga en su mente la idea de que alguna vez no hubo nada? ¿No hubo nada y de pronto hubo algo, explotó y se creó todo? Los científicos alegan que sí es posible, que todo se generó de la nada, incluso algunos dicen que la explosión creó las dimensiones que conocemos. Es decir, no podemos negar que antes no había nada pues nuestro pensamiento está limitado a conocer la nada en las dimensiones que conocemos. ¡Pero tampoco se puede afirmar! Así como dudo de la fe, también puedo dudar de la ciencia. Es más, ¿qué tal si Dios se encuentra fuera del universo físico? ¿Fuera de todas las dimensiones que conocemos hasta el momento? ¿Qué tal si en verdad Dios creó todo de la nada? Eso implicaría que existió siempre, lo cual, no es lógico según nuestra mentalidad. También podemos decir que Dios es infinito y no es cognoscible mediante nuestra mente finita, pero ésta proposición es subjetiva, no se puede debatir, no se puede refutar; si yo digo esto, no lo puedo comprobar, pero tampoco puedo ser negado.

Algunas cosas me quedaron claras luego de mis reflexiones.
Primero, el Dios creado por la religión católica, fue creado a imagen y semejanza del hombre y, a lo Nietzche, podría afirmar que ha muerto, que el catolicismo adora a un Dios pero se dedica a obrar contrariamente a su palabra (generalmente hablando).
Segundo, que la fe es necesaria para algunas personas; además que si alguien se aferra a su fe, por más argumento lógico, filosófico o histórico que le des, no te escuchará, seguirá siendo feliz con su fe, en cuanto a mí respecta, no tengo problema alguno con esto, es decisión personal, al final cada uno busca lo que le haga más feliz. Si niegas las verdades de la ciencia con fanatismo, entonces tendríamos un problema (por ejemplo, si quieres creer en Adán y Eva antes que en la evolución de Darwin). Descartes trató de sustentar la existencia de Dios afirmando que es una idea innata al hombre y por lo tanto existe. Sin embargo, una afirmación a priori no es posible en la metafísica y la metafísica no es ciencia, por lo que su argumento se vuelve subjetivo. Que yo crea en los dragones de hielo y los defina, no quiere decir que existan. Es más, si me pongo a dudar más, ¿alguno me puede demostrar que esta vida no es un sueño? Estoy seguro que si me vuelvo escéptico a más no poder, no habrá forma de refutarme, pero tampoco tendré nada para afirmar mi suposición. Lo mismo sucede con la creencia divina basada en solo fe cegada.
Tercero, que la Biblia es mejor tomarla como un referente moral antes que como un libro de verdades y hechos históricos. Las enseñanzas de Jesús (no me voy a cuestionar si fueron reales o no, no me interesan ni los milagros), su amor hacia la humanidad y su generosidad es un ejemplo a seguir, ejemplo que, muchos católicos o cristianos han olvidado dentro de su misma religión.
Cuarto, que el mundo es un lugar hermoso y es la humanidad la encargada de su cuidado. Si vamos a estar actuando en este mundo pensando en buscar un lugar en un supuesto paraíso eterno después de esta vida, no estamos siendo leales al mismo mundo en el que vivimos, no estamos apreciando su real belleza, su complejidad. Si existe una deidad superior, si existe vida después de la muerte, no importa, yo creo en lo que es y lo que sé y hasta donde sé, el mundo es un bello lugar para vivir y la vida es una, comienza cuando naces, termina cuando mueres. Depende de uno hacer que esta vida realmente valga la pena, que realmente aproveches todo lo  que tienes en vez de creer y aferrarte a una supuesta eternidad. Puede que el paraíso y el infierno estén acá mismo, depende de nosotros, depende de nuestra moral y de nuestros actos. Quizás nadie nos castigue si cometemos algo malo, quizás nadie nos premie si hacemos algo bueno, pero rayos, lo que importa es que seas fiel a ti mismo, fiel al mundo en el que vives y así vivir en paz. Cuando comencemos a vernos como verdaderos hermanos podremos caminar  el mundo juntos, recorrer el camino de la vida abrazados, dejar nuestro egoísmo relegado, más allá de las creencias, de las culturas, de la raza. Quizás Dios está en cada planta, en cada pequeño ser, en cada persona que nos pide una mano, un consejo, una sonrisa. Y esto, trasciende toda creencia. Es simplemente, hermoso.

Esto es en lo que yo creo. Soy agnóstico, ateo (aunque no me gusta tildarme así porque se presta a confusiones), pero no carezco de fe. Tengo fe en la humanidad. Tengo fe en el futuro. Tengo fe en que el mundo será un lugar mejor. Tengo fe en mí mismo. Tengo fe en mis seres queridos. Éste es mi credo, ésta es mi verdad. 

Finalmente, un fragmento de Alberto Caeiro (Fernando Pessoa) extraído de “El cuidador de rebaños”:

No creo en Dios porque nunca lo he visto.              
Si él quisiera que yo creyera en él,
seguro que vendría a hablar conmigo            
y entraría por mi puerta diciéndome: ¡Aquí estoy!
Pero si Dios es las flores y los árboles
y los montes y el sol y el luar,
entonces creo en él,
entonces creo en él a todas horas
y mi vida es una oración y una misa
y una comunión por los ojos y por los oídos.